A menudo me preguntan cuándo regresaré al Perú, como si una estancia prolongada fuera supusiera una pérdida necesaria de la identidad. No estoy de acuerdo con esto. Si de algo puede jactarse el siglo XXI es de haber interconectado cada rincón del planeta. Las redes sociales y los teléfonos inteligentes incrementan esta sensación de cercanía. Los centenares de vuelos diarios que salen de los aeropuertos la materializan. Con esto quiero decir que viajar ha dejado de ser un privilegio de pocos. He viajado desde el mes de junio hasta hoy. He recorrido gran parte de Kenia, en el África oriental, luego he pasado a Austria y de ahí a España. Llegué al Perú para presentar Solo quería ver , un libro de viajes que escribí durante la pandemia, ya que el contexto me parecía aportar el ingrediente de aventura a este tipo de literatura. En Huancayo, reconecté con viejas amistades y “me puse al día” de lo publicado recientemente, de las últimas películas pro...
Es la primera vez que pongo un pie en África. Me encuentro en Nairobi, capital de Kenia, para asistir al encuentro anual de la Asociación de Literatura Africana, que este año honra al más importante escritor del país: Ngũgĩ wa Thiong’o, fallecido hace apenas un mes. En medio de ruidos y protestas contra el gobierno de William Ruto, con gases lacrimógenos que alcanzan los últimos pisos de los edificios y con una juventud inconforme de su entorno, ahora puedo decir que me encuentro en el país que desveló mis sueños de los últimos años. La literatura africana no tiene gran presencia en Latinoamérica, no por la falta de escritores de la talla de Chinua Achebe o el premio Nobel Wole Soyinka, entre otros grandes, sino porque la literatura que se exporta de estos países, generalmente, apunta al mercado europeo y americano, en habla inglesa y francesa. Quizás por este desinterés mutuo, y tal vez por la desconexión cultural entre países de ambos continentes, el tránsito...