La vida de un autor impacta directamente sobre su obra: las condiciones materiales, el contexto social o el tiempo que le toca vivir no solo son elementos anecdóticos y de segundo orden. Los diarios de escritores revelan cómo y en qué momento urdieron sus universos narrativos. No solo esto, en muchos casos, esa obra abierta se convierte en inspiración para otras formas expresivas que continúan ampliando la vida intelectual del escritor. Y este es el caso del chileno José Donoso y de sus setenta y siete cuadernos escritos a lo largo de cinco décadas, los que años después fueron el motivo de otro libro conmovedor, esta vez de su hija adoptiva: Pilar Donoso.
A juicio de Julio Ramón Ribeyro, los diarios no forman parte de ese cuerpo literario de la tradición española ni hispana, a diferencia de la literatura inglesa con notables ejemplos como los de Michael Field o Virginia Woolf. Escritos que, en sí mismos, valdrían más que algunos de sus propios libros. Pero mi intención no es hablar sobre el proceso de escritura del diario en sí ni de sus contornos formales, puntos que dan para escarbar más la superficie y nombrar a Ricardo Piglia, Abad Faciolince o José Donoso, como algunos de los que se desenvuelven con eficacia en el género en Latinoamérica; en cambio, no deja de llamarme la atención que los diarios de escritores no sean ya el cierre de una prolongada carrera, sino el motivo de creación de otra cadena más de producción, ahora, de manos de sus herederos. Si a esto hay que llamarle no-ficción, como se le suele llamar a todo lo extraño, adelante. Es lo que sucede con Correr el tupido velo (2009) de Pilar Donoso.
Nunca fue ni aspiró a ser escritora de oficio, por lo que el texto en cuestión es un trabajo vinculado a la exploración familiar, personal y, sobre todo, a la memoria, no la suya sino la de su padre y sus cuadernos depositados en los archivos de la Universidad de Princeton.
Hasta el año 2009, los diarios de José Donoso no debían ser publicados por orden expresa de su autor hasta diez años después de su muerte, la cual ocurrió en 1994. No obstante, el proceso de transcripción, depuración y edición, no debieron ser fáciles, por lo que no se publicó el primer tomo hasta el año 2016, y la segunda entrega el año 2024.
Como antesala literaria, Correr el tupido velo muestra fragmentos en orden cronológico del contenido de los diarios de José Donoso. Su interés, sin embargo, no solo proviene de ahí, por lo que no critico esta poética de invención ahí donde otros ven “colgarse del saco” del padre, como generalmente llueve en las críticas a los hijos de los músicos célebres. El del roquero peruano Pedro Suárez Vértiz cantando sus temas más emblemáticos es un caso reciente. En cuanto a Pilar Donoso sería injusto decir que su único valor procede de las porciones de los diarios de su padre, de recuerdos ajenos y la vida, en última instancia, de José Donoso. Pilar no solo replica los pasajes de la vida de su padre porque, en el fondo, esto representa un ajuste de cuentas, una manera de juzgar los actos de su progenitor, sí, con amor, sí, y con cierta distancia crítica, sí. En sus propias páginas profundiza en el retrato de un padre neurótico, de personalidad no siempre estable (sobre todo en la vejez), egocéntrico al extremo, apasionado hasta el cuello por la literatura, dedicado a tiempo completo al oficio de escribir, a veces, a costa del bienestar de su propia familia.
Pero el objetivo de la hija no solo es revelar a medias el lado oscuro de su padre, para eso hay que leerlo a él mismo. Su intención es, más bien, la de buscar su propia voz y lugar en el mundo. Solo busca retratar a su padre en su humanidad, con todos sus defectos, desde la perspectiva de sus propios recuerdos y conversaciones. Y lo demuestra al decir que “la desnudez del alma que implica también todo lo oculto y aterrorizante que cada cual lleva dentro”.
En su condición de hija adoptiva, Pilar reflexiona mucho sobre la importancia de su procedencia frente a su padre. El hecho de no compartir la misma sangre la hizo sentir siempre menos, además de ser vista como un objeto de estudio para las reflexiones del escritor.
Con respecto a esto, cualquiera diría que Correr el tupido velo es la venganza de la hija contra el padre. No es así: “¿Será esta biografía mi venganza? ¿Será una manera de mostrarle al mundo quién era o quién podía llegar a ser? No… He logrado rescatar tantas cosas suyas, su inteligencia (la de José Donoso), su agudeza, su visión, su humor, su ironía, su entrega y su amor. Pero siempre me quedará la duda… de si lo que plasmó en estas miles de páginas de sus diarios es ´él´ o su propia ficción sobre sí mismo”. Esa falta de certeza del verdadero rostro de su padre va en consonancia con la propia teoría de José Donoso sobre las personas y las máscaras —indefinidas— que siguen una después de otra en los rostros de la gente.
Por esta misma razón, Pilar no logra agarrar de las astas a su padre debido, precisamente, a su carácter complejo y a veces lleno de contrariedades. Pero sí logra representarse a ella misma en medio de esa vorágine familiar en constante movimiento con cambios de domicilios continuos durante veinte años. También consigue hacer un retrato de Chile, de los deseos de su padre, proveniente de una familia burguesa en descomposición, como un proyecto nacional quebrado. Correr el tupido velo se convierte, de esta manera, en una especie de mosaico de personas, de la búsqueda de un pasado perdido, no necesariamente mejor, para elaborar su propia memoria y a la vez heredársela a sus hijos.
Entendido de esta manera, juzgar a los padres con la autoridad de hijos adultos y dueños de una vida propia, no se convierte en el mayor pecado del mundo. Más que aclarar las zonas oscuras de la vida de los escritores, añaden una capa más de humo gris sobre sus biografías. Entonces, ¿por qué hacerlo? Quizás por la misma razón que llevó a Edipo a matar involuntariamente a Layo, su padre. Es algo que llevamos todos adentro y no hay respuestas claras para esto. Si juzgar a los padres ayuda o no a cada uno es decisión propia. Lo interesante es evaluar sus consecuencias y legados. A veces es necesario hacerlo, claro, para sentirse mejor. Para Pilar Donoso Correr el tupido velo fue un texto necesario, algo que los freudianos suelen llamar superar el trauma. Su muerte prematura (suicidio), sin embargo, revela el tormento que para muchos —no todos— representa vivir, contrariamente a lo que se piensa, en medio de un entorno de creación, de estrés, de frustraciones, de manías, obsesiones, depresiones y, como la vida de José Donoso demuestra, de literatura: de literatura.
Columbia, octubre de 2024
Publicado parcialmente en mi columna El rastacuero literario en Bitácora, octubre de 2024.
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