Ir al contenido principal

Un escritor trotamundos. Entrevista al escritor Wari Gálvez Rivas

Una mañana de fines de junio, en un despacho de Huancayo, fue motivo para una larga conversación con el escritor y director de cine Wari Gálvez Rivas. Hablamos de cine, literatura, entre otras cosas, ahondando en el perfil de un personaje que augura un futuro prometedor.

Entrevista a cargo de: Jefferson Gómez García

JGG: Si bien estudiaste arquitectura e hiciste un diplomado en Dirección y Guion de Cine en el Barcelona, tienes también una maestría en Literatura Hispanoamericana en la PUCP, y ahora continúas con un doctorado en literatura en Alemania, ¿por qué tu predilección por el campo literario?

WGR: La pregunta y las respuestas son muy amplias. Creo que cada rama se vincula con la otra. Por ejemplo, en la arquitectura encuentro la literatura, y en la literatura la arquitectura, y ambas materias también se relacionan con la cinematografía, ya sea porque, a medida que uno representa la realidad, sobre todo en el género narrativo, nosotros situamos nuestras historias en espacios urbanos o zonas rurales. Hay márgenes de espacialidad, donde las personas se movilizan.

JGG: ¿Por qué elegiste el género narrativo?

WGR: El género narrativo me atrae más que el género poético, sin soslayar la importancia literaria de este último. La narrativa es una herramienta muy útil para representar muchos aspectos de la condición humana, sentimientos, las neurosis, las crisis existenciales y los trajinares por diversos lugares y espacios.

JGG: ¿Cuáles son tus referentes en este campo?

WGR: Empecé leyendo al Boom latinoamericano, como muchos, a Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, y también a los que no entraron al Boom, como Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Cabrera Infante, y otros. Sin embargo, trato de alejarme de la literatura peruana y latinoamericana, porque siento que son referentes muy cercanos y queridos. Algo así también pensaban en los noventa una generación de escritores, como Alberto Fuguet (Chile), Jorge Volpi (México), pues se cuestionaban si deberíamos continuar siguiendo al Boom o más bien asesinarlo. Volpi era integrante de la Generación del Crack de México, que redactó un manifiesto, y quienes planteaban que debería haber una continuidad respecto al Boom, ya que ellos eran nuestros clásicos en el continente. Mientras que Fuguet con su manifiesto McOndo, corriente a la que también pertenecía el peruano Jaime Bayly, tenían la posición totalmente opuesta, afirmando que el realismo mágico había hecho demasiado daño a Latinoamérica, pues no expresaba una realidad cercana y hacía ver exóticos a los países de Hispanoamérica. Nada más dañino. Al único que rescataban de las generaciones anteriores era a Mario Vargas Llosa, el más urbano del Boom.

JGG: Esa generación postboom estaba muy ligada al lenguaje cinematográfico. Da la coincidencia que tú tienes la experiencia del cine y la literatura. ¿Cómo combinas en tu literatura ambas disciplinas?

WGR: Yo aspiro, ojalá lo logre, a escribir narrativa en sus diversas vertientes, siguiendo modelos clásicos, como las novelas del siglo XIX, porque creo que un Balzac o un Víctor Hugo, si hubieran vivido en el siglo XX, habrían utilizado nuevas formas narrativas, como el cine mismo. Por ende, yo me veo atraído a expresarme mediante el lenguaje cinematográfico. Llevar cosas de la literatura al cine y cosas del cine a la literatura. Claro que hoy en día ya no es nada novedoso, pero sí interesante si uno se fija en la riqueza en cuanto a técnicas, estructuras y superficies narrativas dentro de un texto. El primer Mario Vargas Llosa, en sus primeras grandes novelas, utilizó varias técnicas cinematográficas que vitalizaron sus obras.

JGG: En tu libro de cuentos Mudanzas temporales noto que está escrito a la manera clásica. ¿Querías ser un tecnicista o tu último fin era solo contar una historia al estilo ribeyriano?

WGR: Creo que ambas cosas. Las técnicas cuando son bien manejadas son invisibles y pasan desapercibidas. Mudanzas temporalesaparenta ser un libro clásico, pero la técnica está subyacente. Obviamente, no me voy al extremo de ser un tecnicista a lo William Faulkner. Soy mesurado como Ernest Hemingway o Sherwood Anderson, a quienes admiro, o como F. Scott Fitzgerald o J.D. Salinger. Pero, sí hay cierto clasicismo, eso es innegable. El libro en sí expresa una etapa de mi vida. Épocas en las que estuve viajando de un lugar a otro, llevando una maleta. Me he mudado muchas veces, por temas de estudio a diferentes lugares, de ahí el título del libro.

JGG:Mudanzas temporalesrompe con la tradición localista y regional, ya que tus personajes son más cosmopolitas, e imagino que se debe a que viajaste por diferentes lugares, ¿o es que tenías una ambición más universal?

WGR: Yo he peregrinado por varios sitios, no solo como turista, sino para vivir por ciertas temporadas, donde me relacioné con algunos grupos intelectuales y en el que se debatía sobre la literatura universal. Creo que sale o mejor de uno cuando uno mismo se trasplanta, usando una expresión de Hemingway, es decir quien escribir en cualquier lugar. Él era un escritor nómada y no de escritorio, y podía escribir en un café, en medio de un combate o sentado en su casa. Cada lugar tiene una propia sensibilidad e inspira cosas distintas. A mí me sucede que cuando estoy en Perú, se me da por escribir sobre el extranjero; y cuando estoy en el extranjero, prefiero escribir sobre el Perú. Por otro lado, no soy un escritor de autoficción. En mis cuentos no encuentras tanto el “yo”, hablando del propio Wari Gálvez. Prefiero coger un trozo de mi propia experiencia y a partir de ello fantasear y encontrar más posibilidades.

JGG: Algunos críticos dirían que la esencia huancaína no se nota en Mudanzas temporales, ya que el aspecto, no sé si llamarlo negativo, del cosmopolitismo o la persona trotamundos, es que deja de lado u olvida las raíces, tradiciones y el folklor de su tierra de origen. Antes hubo un debate al respecto. José María Arguedas decía que era mejor escribir desde el interior del país. En la orilla opuesta, Julio Cortázar defendía la posición de que se entiende mejor la patria desde el extranjero. ¿Tú qué opinas al respecto?

WGR: Con la distancia del tiempo, creo que ambas posturas son válidas. Se puede escribir sin salir de tu zona de confort y a la vez ser muy latinoamericano estando a cierta distancia. La otra pregunta sería, ¿cuánto han cambiado lo que esas posturas querían expresar, si es que aún siguen vigentes? Hoy no existen ideas absolutas, a comparación de años anteriores en los que imperaba el marxismo, con sus ideas férreas, inquebrantables, absolutas, o la religión misma. Con el postmodernismo y sus vertientes decolonialistas, las posturas se han vuelto más amplias. Las ideas absolutas murieron cuando cayó el muro de Berlín y el que defienda a rajatabla cualquiera de ambas posturas, es un desquiciado o un orate.

JGG: Acaba de fallecer el poeta acollino Víctor Ladera Prieto, quien estuvo en Europa y Cuba, y se caracterizó por ser la voz del proletariado. También acaba de irse el último integrante vivo del Grupo Narración: Antonio Gálvez Ronceros, quien usara el lenguaje de los afrodescendientes. Ambos autores son muy disímiles a tu forma de hacer literatura. ¿Cuáles son las pretensiones literarias de Wari Gálvez Rivas?

WGR: El compromiso social es un término pasado. Que el jaujino escriba como jaujino, el huancaíno como huancaíno, o el arequipeño como arequipeño, vive en un mundo hermético, fuera de la realidad actual. En cuanto a mi literatura y los de mi generación, creo que estamos abiertos a más posibilidades. La literatura debe aglutinar todo lo que esté al alcance.

JGG: Ahora que ya has publicado Mudanzas temporales, ¿crees que ya tienes un lugar en la literatura regional? ¿Cómo te ubicas en el panorama actual?

WGR: Uno mismo no puede responder esa presunta, sino dos entidades: el tiempo y la crítica. Sin embargo, en lo personal, tengo aspiraciones a seguir publicando y dedicarme por entero a la literatura. Una publicación no hace una biblioteca. No creo que uno ya sea escritor por un cuento o un solo libro, sino por su obra consolidada dentro de un corpus más amplio.

JGG: Últimamente, han estado saliendo diversas antologías de narrativa regional, donde se consideran varios nombres. Unos dicen que basta un puñado de diversos cuentos dispersos para poder ser parte del canon; otros en cambio, así como tú explicas, que todavía hay que consolidar toda una carrera literaria; o al menos, tener cierta trayectoria. ¿Qué se necesita para ser parte de la narrativa de Junín?

WGR: Para ser parte de la narrativa de Junín o de cualquier otra narrativa, hay que considerar muchos aspectos. El canon se construye con la crítica, los medios de comunicación, los antologadores, quienes a veces tienen sesgos personales e ideológicos. Ahí entra a tallar el amiguismo y el coleguismo que considera un autor en desmedro de otro. No obstante, pienso que el tiempo es el mejor depurador y al final solo quedan las obras de calidad. Existen escritores silenciados que luego son rescatados.

JGG: Entonces, aquellas personas que han publicado una variedad de libros de cuentos, pero de muy pésima calidad, no serían parte de la narrativa de Junín, mucho menos del canon.

WGR: Hay una diferencia entre corpus y canon. El corpus es un saco vacío donde se mete todo, mientras que el canon maneja un filtro. Yo confío en el canon, pero en el buen canon, porque los filtros siempre deben existir y el control de calidad literaria. Decir que uno es escritor por la cantidad de obras que ha publicado, es una variable válida, pues hay otros que solo han publicado cuentos en revistas y eso no los convierte en escritores. La escritura es un oficio, y el oficio es algo que uno realiza con recurrencia. Yo confío en las obras confeccionadas ex profesamentey escritas de un solo impulso. No soy de los que opinan que es mejor escribir poco a poco y luego juntar el material en un solo volumen. Esto solo funciona, en mi opinión, con el periodismo.

JGG: ¿Qué tan importante son los premios literarios?

WGR: Los premios son otro mecanismo para ser parte del canon. Es la forma más antigua, desde la época de los griegos, de cómo se escogían autores para ser parte de este selecto grupo. Ahora, ¿qué sucede más allá de los premios? Pueden suceder cosas buenas o malas. En lo bueno es que se escoja la calidad literaria, y en lo malo que nuevamente entre a tallar el amiguismo o coleguismo. Es un arma de doble filo. Cada cierta época maneja un gusto por una determinada forma o preferencia estética. Si de pronto irrumpe un artista con otro tipo de obra, con valores literarios diferentes, pero indiferentes a la época, no gana el premio literario. Eso también sucede ahora. En la actualidad, hay una tendencia a la adjetivación innecesaria de la prosa, y eso gusta al público. 

JGG: ¿Qué opinas de la última literatura juninense? ¿Hay un continuismo o una ruptura, con respecto a las generaciones anteriores?

WGR: A mí me gusta la última década, porque veo que hay una especie de parricidio en cuanto temáticas, géneros y técnicas literarias. Además, veo que hay más preferencia por la narrativa que por la poesía. La poesía ya no está en la versificación misma, sino en la narrativa. Los mejores poetas están en la narración, como sucedió antes, en tiempos del Boom, que la poesía estaba en la novela. Eso me atrae bastante. Podemos encontrar hoy, por ejemplo, a un Jefferson Gómez, que opta por una narrativa distinta, que no es localista, que se aleja de la literatura de la tierra y encuentra en diversas formas y géneros narrativos su mayor expresión. Una clara muestra es Hacia el Uku PachaoEl fin de todas las cosas. Hay otros narradores con vetas narrativas interesantes, como Juan Elías Caldas, Andrei Velit y Félix Quispe Osorio. Es una generación que pisa fuerte, espero no sea pasajera.

JGG: ¿Crees que hay una proliferación de libros de cuentos y es momento de dar paso a la escritura de novelas?

WGR: La narrativa corta y larga tienen distintas formas de abordaje. Si bien muchos empiezan con la narrativa corta, eso no es garantía para escribir luego novelas. Se dice que lo más artístico es el cuento, después ya viene la novela; además que el cuento está en un punto medio, entre la poesía y la novela. Aunque en lo personal, me gusta más la narrativa de larga extensión o novela, porque es el género más difícil de realizar, requiere más constancia y mayores fuentes de información. En el caso de la poesía, refiriéndome a la poesía mala y mediocre, solo son chispazos de inspiración. En cambio, la novela no viene de la inspiración, sino un largo proceso de trabajo y organización.

JGG: Pablo Neruda decía que la novela es el bistec o plato fuerte de la literatura. ¿Crees que, en el último panorama literario, la novela es el género más serio, arduo y trabajoso?

WGR: Sí, efectivamente, y también tiene que ver con el canon. Hay épocas en la que un determinado género es más prestigioso que otro. Antes, en el siglo XIX, con los modernistas y decadentistas, el género más importante era la poesía. En el romanticismo, la novela de Balzac, la de Sthendal o la de Víctor Hugo era menos prestigiosa. Víctor Hugo, por ejemplo, defendía más su labor de poeta y dramaturgo, aunque le apasionaba la novela. En el Perú, en el romanticismo peruano, también la poesía fue más importante que la novela. Ricardo Palma juzgó con desprecio a Julián M. del Portillo, escritor de la primera novela del país Lima de aquí a cien años, tildándolo de “escritorcillo de novelas”. ¿Cuándo cambia esa situación? A inicios de los años veinte, treinta y se consolida en los cincuenta. 

JGG: En estos últimos años, han aparecido ciertas novelas ambientadas en Huancayo. Tenemos El aroma de la disidenciade Sandro Bossio, y dos títulos de Alberto Chavarría: Un lugar bajo el sol, novela histórica y policial, y Tormenta de otoño, sobre la época de la violencia política. Aún así, no se ha cuajado bien la realidad total de Huancayo. Como antes dijo Ribeyro sobre Lima, ¿crees que Huancayo es una ciudad sin novela?

WGR: Huancayo ni Junín no tienen, en términos del flaco Ribeyro, su novela. Incluso País de Jaujapara mí es una novela sobrevalorada, además de pasadista y con deficiencias técnicas. En el caso de Huancayo, me inclino por los antiguos: Óscar O. Chavéz, por ejemplo, y su novela Churinanay, quizá la primera escrita en Huancayo, El antro de las brujas, de Alfonso Lazarte. Por otra parte, auguro mucha suerte a todos los novelistas, los admiro por su dedicación y la manufactura de sus textos.

JGG: ¿Quién está en mejores condiciones de escribir la novela sobre esta ciudad? ¿Un huancaíno o alguien que migró a Huancayo?

WGR: Ambos. Decir que un escritor de Huancayo es más apto para escribir sobre Huancayo, es puro chauvinismo. No necesitamos colores ni banderas localistas que nos definan. Hablar ahora sobre la novela total también es un término desfasado, porque era la gran aspiración de los escritores decimonónicos. Julio Cortázar no escribió una novela total, aunque sí representó a mi modo de ver con eficacia la esencia argentina en Rayuela. Sin embargo, algunos escritores aspiraron a la novela total, ahí tenemos a Mario Vargas Llosa, el Balzac peruano. Él quería ser prolífico como Víctor Hugo, aunque con una veta más artística como Flaubert, y un divo como Rubén Darío. En conclusión, la novela total se maneja más por su extensión que por otros aspectos. Es necesario escribir más y mejor cientos de cientos de páginas para aspirar a escribir la novela total. 

JGG: ¿Qué proyectos a futuro tiene Wari Gálvez Rivas?

WGR: No suelo hablar sobre los proyectos a futuro, porque muchas veces nunca salen a la luz. Prefiero seguir escribiendo hasta el momento de presentar algo nuevo. 

Publicado parcialmente en Bitácora, julio de 2023.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pachanga de escritores: Las cartas del Boom

Las cartas de Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez revelan la construcción íntima de sus amistades, y son la punta de iceberg de lo que sucedía en una época en la que sus carreras como escritores no solo iban en ascenso meteórico, sino en la dirección de expandir la literatura latinoamericana hacia Europa y Estados Unidos.       El género epistolar —antaño tan indispensable en la vida cotidiana— era una práctica que se debía de dominar si uno quería causar la mejor impresión en su destinatario, y quizás único lector. La estructura, la extensión y el estilo revelaban el cuidado de su autor. Era todo un arte en sí. Y es por esto que cuando se publica un texto recopilatorio como  Las cartas del Boom  (2023), solo queda celebrar.       La carta inaugural fue la que Carlos Fuentes le dirigió a Julio Cortázar, fechada el 16 de noviembre de 1955, escrita en México con destino París. Su emisor pide una cola...

Le dedico mi silencio: el silencio de Mario Vargas Llosa

¿La última novela de Mario Vargas Llosa? El autor añade al final de  Le dedico mi silencio  que será su última novela y ahora solo le “gustaría escribir un ensayo sobre Sartre” —su maestro de joven— y será lo último que escribirá. Si el libro habla de la huachafería y de las utopías, como explicaré luego, cuesta creer, aunque no con tristeza, el final de la carrera de un escritor, quien, por lo demás, siempre transmitió seguridad en sus ideas estéticas, culturales y sociales. ¿Un utópico? No lo creo. A diferencia de Toño Azpilcueta, protagonista de esta novela, Vargas Llosa da una lección de saber en qué momento marcharse de la fiesta. A la gran mayoría de escritores y creadores la muerte los arranca del trabajo, poniendo en riesgo la planificación del futuro de su obra. Molière, por ejemplo, murió en pleno escenario; Balzac de una enfermedad repentina; Zola asfixiado por gas y Víctor Hugo de viejo. La muerte no se elige, pero uno puede intuir en qué momento llegará, y Vargas ...

¿Sherwood Anderson con amnesia?

El hombre caminó durante cuatro días seguidos. No tenía noción de quién era ni cómo había llegado hasta Cleveland, un pueblo ubicado a 40 kilómetros de su lugar de residencia, Elyria, en el estado de Illinois. Un boticario notó que el hombre se encontraba fuera de sí, enfrascado en su interior o, mejor dicho, ausente de sí mismo.     Fue conducido inmediatamente al Huron Road Hospital.             Ese hombre era Sherwood Anderson.             Un reducido grupo de personas deja todo por seguir un sueño, un ideal o una utopía. A estas se las suele catalogar —en sentido literario— de románticas o desquiciadas. Hay otras, en cambio, que se ciñen a los bienes materiales y a una vida cómoda sin carencias. Podría decirse que Sherwood Anderson, el escritor norteamericano que alcanzó la cima de la popularidad y reconocimiento por un libro a medio camino entre la novel...